Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial (2003)
La Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial destaca la promoción, la salvaguardia y el respeto de las expresiones y las prácticas culturales representadas, reconocidas y valoradas en la actualidad por las comunidades, los grupos y las personas.
Cuba ratificó la Convención el 29 de mayo de 2007 y creó la Comisión para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, integrada por diversas instituciones culturales, con el propósito de diseñar la política referente a la atención, salvaguardia y promoción del PCI. Actualmente la Comisión para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial es presidida por Sonia Virgen Pérez Mojena, Presidenta del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural.
En el año 2003 la Tumba Francesa fue declarada por la UNESCO Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad y, posteriormente, fue incluida en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial. La Tumba Francesa es un conjunto de expresiones músico-danzarias desarrollada en las zonas cafetaleras de Cuba a partir de la emigración de colonos franceses de Haití y sus esclavos de origen africano a finales del siglo XVIII.
Se manifiesta en comunidades de tres provincias de Cuba: la Sociedad de Tumba Francesa La Caridad de Oriente en Santiago de Cuba; en Guantánamo, la Tumba Francesa Pompadour Santa Catalina de Ricci, y en Holguín, la Tumba Francesa de Bejuco.
En el 2016 fue inscrita en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial la rumba cubana, mezcla festiva de baile y música, y todas las prácticas culturales inherentes.
La música y los movimientos de la rumba de Cuba están esencialmente vinculados a la cultura africana, pero también poseen algunos elementos característicos de la cultura antillana y el flamenco español. La rumba surgió en barrios marginados de algunas ciudades como La Habana y Matanzas, así como en las proximidades de algunos puertos y en poblados de chabolas, llegando a ser especialmente popular en las zonas rurales habitadas por comunidades de esclavos africanos.
Al extenderse desde el oeste hacia el este del país, la rumba llegó a ser un símbolo importante de un estrato marginado de la sociedad cubana y de su identidad. Este elemento del patrimonio cultural cubano es la expresión de un espíritu de resistencia y autoestima, así como un instrumento de sociabilidad que enriquece la vida de las comunidades que lo practican. La ejecución de la rumba comprende formas verbales y gestuales de comunicación: cantos, movimientos, palmadas, bailes y un lenguaje corporal específico.
Los instrumentos de percusión, las herramientas de trabajo y los utensilios domésticos utilizados para las músicas rumberas forman parte integrante de esta práctica cultural. Cuando los intérpretes ejecutan la rumba con sus códigos culturales específicos y establecen una interacción con el público, se crea una atmósfera festiva y los cantos y bailes evocan una gracia, una sensualidad y una alegría propicias al acercamiento entre las personas, sean cuales sean su condición socioeconómica, su sexo o su origen étnico. La práctica de la rumba cubana se transmite de generación en generación en el seno de las familias y entre vecinos.
En el año 2017 fue inscrito el Punto cubano en la Lista Representativa. El punto es una expresión poética y musical de los guajiros cubanos consistente en una tonada o melodía acompañada por la voz de una persona que canta composiciones poéticas en décimas, improvisadas o aprendidas.
Existen dos variantes principales de esta práctica musical: el punto libre, con compás variable; y el punto fijo, en clave o cruzado. Aunque a lo largo de la historia este género musical se ha venido practicando tradicionalmente por los habitantes de las zonas rurales, hoy en día se encuentran variantes suyas practicadas por el resto de la población cubana. El punto es un elemento esencial del patrimonio cultural inmaterial de Cuba, abierto a todos, que propicia el diálogo y expresa los sentimientos, conocimientos y valores de las comunidades que lo practican.
Las técnicas y los conocimientos vinculados a este elemento cultural tradicional se transmiten de generación en generación, esencialmente por medio de la imitación. Por todo el país, las Casas de Cultura llevan a cabo un programa de enseñanza del punto guajiro que comprende la organización de talleres animados por los depositarios y practicantes de este género musical. Además, en toda Cuba se celebran seminarios, concursos, festivales y eventos de diverso tipo con vistas a salvaguardarlo y revitalizarlo. Por último, cabe destacar que se ha creado una categoría profesional de intérpretes del punto, lo que ha permitido vivir de su interpretación a muchos de sus practicantes y depositarios.
En el año 2018 fueron inscritas las Parrandas en la Lista Representativa. Las Parrandas que tuvieron lugar por primera vez en el año 1820 en el municipio de Remedios, son fiestas celebradas hoy en día por dieciocho comunidades de la región central de Cuba durante los últimos meses del año en su mayoría.
Dos partes o barrios de un mismo municipio preparan a lo largo de todo el año una competición cultural que tiene lugar la noche de celebración del festejo. Ambos competidores cuentan con “espías” que tratan de desvelar las sorpresas preparadas en secreto por sus rivales para esa noche. Esta festividad comprende una gran variedad de expresiones culturales: diseño y fabricación de carrozas, indumentarias y réplicas de monumentos; composición de canciones y preparación de coreografías; fuegos artificiales; y elaboración de elementos decorativos como faroles, estandartes y emblemas con los colores de cada barrio competidor.
Todos los habitantes de las dieciocho comunidades interesadas, sin distinción de sexo, edad, origen, medio social, profesión y religión participan en las diversiones. El engalanamiento de monumentos y la creación de réplicas de éstos, así como de carrozas, son una asombrosa demostración de la imaginación y creatividad que poseen los grupos de parranderos para reinterpretar y recrear sucesos e historias mediante imágenes, luces y colores de gran originalidad. Los conocimientos tradicionales vinculados a este elemento del patrimonio cultural se combinan constantemente con técnicas modernas, por eso Las Parrandas son siempre un evento tradicional y contemporáneo a la vez.
Punto Focal: Sonia Virgen Pérez Mojena, presidenta del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural (CNPC) y Presidenta de la Comisión Nacional para la Salvaguardia del PCI.